El último ejemplo fue la irrupción de esta corriente en el Parlamento sueco, tras los comicios legislativos celebrados el domingo en el país nórdico. Los ultraderechistas Demócratas de Suecia (DS), lograron el 5,7% de los sufragios, un éxito electoral que sigue a los de los xenófobos en Holanda, en junio y Hungría, en abril.
El jefe de filas de la alianza de los movimientos de la ultraderecha europea en el Europarlamento, Bruno Gollnisch, celebró el lunes este resultado. "Espero que ocurra lo mismo en otros países, en Europa e incluso fuera de Europa", añadió el francés.
En el mapa europeo, la ultraderecha está presente además en el gobierno italiano de Silvio Berlusconi y en los parlamentos de Austria, Bulgaria, Letonia y Eslovaquia.
La crisis económica que golpea el Viejo continente explica el avance de estos partidos, aunque sólo parcialmente.
La ideología de la ultraderecha está fundada en "la promoción de un nacionalismo que defiende la primacía del marco nacional y la homogeneidad" cultural, explica Magali Balent, de la Fundación Robert Schuman.
El multiculturalismo en general y el islam en particular se convierten con frecuencia en chivos expiatorios, especialmente tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.
Los Demócratas de Suecia obtuvieron un excelente resultado electoral tras una campaña en la que utilizaron un polémico anuncio televisivo -que acabó siendo censurado- en el que se veía a un grupo de mujeres musulmanes ataviadas con burka adelantar a una anciana con muletas en una carrera simbólica por apropiarse de los subsidios gubernamentales, ante las opciones "inmigración" o "pensiones".
En otros países, algunos gobiernos están adoptando políticas de ultraderecha con el fin de arrancar votos, conscientes de la rentabilidad electoral que supone el discurso xenófobo o nacionalista en tiempos de crisis y temor por el futuro, opinan los analistas.
"Es la versión europea del movimiento del Tea Party, una respuesta muy reaccionaria a la crisis", indica Fabrice Pothier, director del 'think-tank' Carnegie Europe, en alusión a esa facción ultraconservadora estadounidense, que avanza con fuerza hacia las elecciones legislativas de noviembre.
En este contexto, la comunidad musulmana ha sido objeto de varias decisiones políticas en Europa como la prohibición de utilización del burka en los espacios públicos aprobada por el gobierno conservador francés, una legislación que en Italia la extrema derecha socia de Berlusconi pretende emular.
Pero el discurso antiinmigración que proclaman los partidos de ultraderecha y algunos gobiernos conservadores en el poder en Europa topa con una paradoja a la hora de contrastar ideas con cifras.
Ahí donde el rechazo a los inmigrantes es más palpable, el número de extranjeros es a veces relativamente pequeño. En Finlandia, por ejemplo, la extrema derecha obtuvo más del 10% de los votos en las elecciones de junio, pese a que en el país nórdico sólo el 2,7% de la población es inmigrante.
El número de inmigrantes ilegales en Europa está además en declive, con una caída del 36% en los tres primeros meses del año frente al último trimestre de 2009, según la agencia europea Frontex.
Las imágenes de centenares de inmigrantes desembarcando en "El Dorado" europeo dejaron también de copar la actualidad: 3.300 personas fueron interceptadas en las costas europeas entre enero y marzo, frente a 33.000 en el primer trimestre del 2008.
"Los políticos aseguran que Europa está siendo invadida, pero si uno se fija en las estadísticas, se da cuenta de que no es cierto", indica Sergio Carrera, del Centro de Estudios de Política Europea en Bruselas.
Carrera pone como ejemplo las controvertidas expulsiones de gitanos en Francia, donde únicamente viven unos pocos millares de personas de esa comunidad frente a un país de 63 millones de habitantes.
BRUSELAS (AFP)
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